Epidemiología



La esporulación tiene las características de polvo o talco de tal modo que las esporas secas (no húmedas) se separan fácilmente de la superficie del fruto por el viento, cualquier movimiento del árbol o la lluvia y son transportadas por corrientes de convección. M. roreri, igual que con la enfermedad “Escoba de Bruja”, penetra el fruto joven sin provocar ninguna reacción antagónica y continúa su desarrollo creciendo entre las células del hospedero
estimulando la actividad cambial que provoca hinchazones externas y una compactación interna de los tejidos embrionarios. El patógeno presenta, entonces, un cuadro parasítico altamente evolucionado durante el cual el huésped no extraña al parásito (hongo) y continúa su formación así sea anormalmente (Evans, 1981).

Cuando el crecimiento del fruto merma, el hongo invade las células de los tejidos que ya han sido previamente colonizados intercelularmente. La necrosis interna y la lesión externa son extremadamente rápidas y por eso es imposible recuperar algo de los frutos enfermos tiernos porque el daño ya ha sido causado durante el período de prolongada colonización (Evans, 1981).

Las esporas que son liberadas los primeros días, pueden ser menos tolerantes a daños físicos (por irradiación, desecación) que las esporas más viejas, pero en general las conidias pueden permanecer viables hasta por 9 meses sobre o dentro de frutos sujetos a tallos y ramas conservando su infectividad. Esas esporas al caer al suelo o permanecer sobre frutos en
el suelo sobreviven poco tiempo y suspenden su infectividad después de un mes (Evans, 1981).

Los frutos infectados pierden rápidamente su humedad posiblemente debido al consumo de agua por el micelio esporulante; luego se vuelven leñosos o momificados y permanecen en el árbol hasta por varios años. La esporulación gradualmente se erosiona por el clima y al final únicamente persiste la costra micelial blanca. Eso significa que los frutos enfermos con el
tiempo pierden su potencial infeccioso y se convierten en fuentes de inóculo para sus propios árboles originando en otros frutos nuevas generaciones de fuentes de infección. El hongo tiene un mecanismo de supervivencia entre cosechas o bajo condiciones desfavorables, aún en veranos muy largos de hasta 5 o 6 meses como ocurre en la Costa Ecuatoriana (Evans, 1981).

Los frutos infectados al final de las lluvias están en capacidad de esporular 2 – 3 meses más tarde, a mediados de la estación seca. La humedad es esencial para la penetración del fruto y para la profusa esporulación pero parece que la humedad interna del fruto es suficiente para estimular la esporulación, independiente de las condiciones externas. El patógeno puede funcionar todo el año siempre y cuando existan frutos (hospederos) disponibles y no está sujeto a factores climáticos como ocurre con otros patógenos (Evans, 1981).

Green en 1975, citado por Merchán (1981), determinó en condiciones controladas que la enfermedad presenta un gradiente de infección que se extiende hasta 30 metros a partir de la fuente y que de allí en adelante la infección registrada corresponde a inóculo ambiental.

Cubillos (1981), González (1983), Evans (1986) y Cubillos y Ardila (2019), determinaron que los frutos enfermos dejados sobre el suelo no tienen importancia epidemiológica pues las esporas pierden rápidamente su poder de germinación, la alta humedad las compacta e impide su desprendimiento, la brisa a nivel del suelo es muy ligera y los saprófitos aceleran rápidamente la descomposición de los frutos (Ilustración 3).

En resumen y para efectos de control se deben tener en cuenta los siguientes aspectos fundamentales:

1. Los estados críticos de los frutos como fuentes de infección son en las etapas de mancha café (mancha chocolate) y esporulación. El primero porque en 8-9 días ya se encuentran en la fase esporulativa y el segundo porque ya están en actividad infectiva.

2. Los frutos en estados de gibas (jorobas) o con puntos aceitosos subepidermales se demoran mucho más tiempo para convertirse en fuentes de infección pues tienen que alcanzar primero las fases de mancha café y esporulación para lo cual se requiere por lo menos un período de 3-4 semanas.

3. Los frutos enfermos dispuestos en el suelo se descomponen rápidamente perdiendo su capacidad de infección.